Es nuestra falta de disposición. Por naturaleza no somos peores que las mujeres, pero a medida que leas la siguiente lista de los diez rasgos que los hombres traen al matrimonio como cualidades innatas, verás cómo pueden descalificarnos por completo a fin de amar como Cristo lo indicó en Mateo 19:3-8.
1.- Los hombres son rebeldes por naturaleza
Nos aburrimos enseguida de la vida recta. Por naturaleza nos cansamos con rapidez de someternos a las necesidades y a las esencias de nuestras compañeras. Preferimos hacer las cosas a nuestro interesante modo.
2.- El ego masculino es mayor pero más frágil que el femenino
La fragilidad del ego masculino impide con mucha facilidad la unidad y la intimidad, nuestros enormes pero frágiles egos pueden ver con facilidad la expresión de los dones superiores de ellas como una amenaza.
3.- Los hombres son relativamente menos sensibles a las necesidades de los demás
En un mundo perfecto, la cabeza del hogar sería la persona más sensible de la casa. Pero, ¡No vivimos en un mundo perfecto! A la mayoría de los hombres, la sensibilidad les cuesta trabajo al principio. No nacemos con la sensibilidad necesaria para la sumisión mutua.
4.- Los hombres tienen menos capacidad para expresar las emociones y los sentimientos de manera verbal que las mujeres
En un estudio, la investigadora Diane Mc Ginness de la universidad de Stanford les dió doce tareas a niños pequeños y grabó todas las expresiones orales. ¿El resultado? Los niños producían la misma cantidad de expresiones orales que las niñas, pero había una enorme diferencia. Las niñas hablaban unas con otras. Los niños no estaban inclinados al lenguaje en absoluto. Por razones obvias, nuestra deficiencia verbal natural no favorece la causa de la unidad.
5.- El cerebro masculino está más orientado a los hechos y a la lógica que a las emociones y las intuiciones
El cerebro femenino consulta con mayor facilidad todas sus experiencias pasadas y, por lo general, es más rápido para hacer juicios precisos de carácter que manifiestan la “intuición”. Las mujeres usan ambos hemisferios del cerebro cuando escuchan en tanto que los hombres usan uno solo. Deberíamos permitir que el don superior de discernimiento de nuestras esposas bendiga nuestro matrimonio y promueva la unidad.
6.- Los hombres se estimulan sexualmente por la vista
Los hombres somos más propensos a extraviarnos en lo sexual que las mujeres porque nuestros ojos se van detrás de cualquier falda corta que pase por allí.
7.- Antes del matrimonio, los hombres asumen la responsabilidad de alimentar la relación amorosa
Después del matrimonio, ve a la esposa como alguien que debe cuidarlo a él. Una vez que hemos conquistado esta frontera llamada amor, le damos las riendas de la relación a nuestra esposa y volvemos a la carreta para dormir una siesta.
8.- Los hombres necesitan menos romance que las mujeres
Toda esposa es una romántica incurable. Es muy raro que honremos esta esfera crucial de la esencia femenina cuando quedamos librados a nuestros recursos naturales.
9.- El escudo del hombre en contra de la inferioridad es su trabajo.
El escudo de la mujer en contra de la inferioridad es, por lo general, su esposo, así que, como es natural le adjudica a su relación matrimonial un valor más alto que el que le da su marido. La unidad no se encuentra en la pantalla del radar de él.
10.- Los hombres esperan paz de su matrimonio, en tanto que las mujeres esperan unidad
Nos quedamos satisfechos con facilidad en una relación de “socios de negocio” en el matrimonio siempre y cuando haya paz y suficiente relación sexual. En lugar de elevarnos por encima de nuestra preferencia masculina de paz en cambio de unidad, con egoísmo nos acomodamos en la postura que se ajusta mejor a nosotros.
¿Ablandarás tu corazón?
Estos diez rasgos masculinos no forman la lista más alentadora, ¿verdad? Por naturaleza, los hombres son insensibles, tienen poca concentración y no se interesan mucho en la sumisión masculina. Frente a las incontables incompatibilidades del matrimonio, necesitamos corazones blandos si es que vamos a someter nuestros derechos en pro de la unidad. No nos han dotado de forma natural para este llamado.
Stephen Arterburn y Fred Stoeke
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