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Noviazgo Cristiano - ¿Hay química?


¿Por qué hay gente que entiende las cosas a la primera y otras no? Hay personas con las que hay una conexión al primer momento, o simplemente se toman el tiempo de escucharte, de intentar aprender lo que eres y son capaces en una conversación de conocerte mejor que el que lleva muchos años a tu lado.

Lucas 18:31-43

Luís llevaba casado casi diez años y conocía a su mujer hace mas de 15 años. En todo ese tiempo había compartido muchas cosas juntos. Pero un día descubrió que su mujer tenía una relación con otro hombre. No era una relación física, era a través de Internet, en la que hablaban, compartían experiencias y sentimientos. Al cabo de los meses, su mujer le dijo que estaba enamorada de otro hombre. “¿Me has puesto los cuernos?” –dijo él-. “No, simplemente me he enamorado de otro hombre”, respondió ella, “El me entiende como nadie me ha entendido, parece saber todo lo que necesito oír en el momento que lo necesito oír y de la forma que lo necesito oír”. Luís no entendía lo que estaba pasando, el llevaba mas de 15 años con su mujer y jamás había dicho de el algo remotamente parecido ¿Por qué? Porque en un pareja el amor necesita, mas que un hombre que traiga dinero a casa, mas que alguien que cuide de la familia, más que todo eso. Tiene que haber pasión y la pasión depende casi exclusivamente de lo que espero del otro aunque no tenga pruebas de ello, necesita arriesgarse a cosas que por lógica no son factibles. El mundo lo llama “química”, pero si habláramos de religión lo llamaríamos FE.

¿Por qué hay gente que entiende las cosas a la primera y otras no? Hay personas con las que hay una conexión al primer momento, o simplemente se toman el tiempo de escucharte de intentar aprender lo que eres y son capaces en una conversación de conocerte mejor que el que lleva muchos años a tu lado.

Esto es lo que sucede en nuestro texto. Tenemos por un lado a los discípulos que llevan mucho tiempo con Jesús, que han tenido el privilegio de ver cosas maravillosas con el, que han visto milagros que han oído sus explicaciones, que incluso en el Jordán, cuando Jesús fue bautizado, escucharon la voz de Dios Padre y que al comienzo de estos versículos les dice abiertamente sin parábolas, cual es su misión en esta tierra…, pero ellos no entienden nada. Justo después encontramos a un ciego que es la primera vez que se encuentra con Jesús, del que solo ha oído hablar por terceros, y que lo identifica enseguida como lo que es. ¿Por qué? ¿Por qué entre el ciego y Jesús hay “química” y con los discípulos no?

1. Hombres bien preparados. 
Los doce discípulos no eran cualquier persona, habían vivido muchas cosas junto a Jesús. Llevaban con el mas de dos años y medio y le habían visto ver muchas señales: Como curo un hidrópico, a la mujer encorvada, la muchacho endemoniado, como alimento a 5.000 personas don dos panes y cinco peces, como sanó a la hija de Jairo, el episodio en que una mujer por tocarle el manto quedo curada, la aterradora experiencia del endemoniado gadareno, hasta como calmó una tempestad o resucito a Lázaro.

Pero no solo había visto cosas, sino que las habían oído, Jesús contó muchas parábolas para que la gente entendiese el reino de Dios, muchas de ellas les fueron explicadas a ellos aparte mas profundamente, estuvieron con Jesús en un seminario de preparación en el sermón del monte, había visto como fariseos, escribas, publicanos y todas las sectas judías, había usado las argucias lingüísticas y teológicas mas complicadas para sorprender a Jesús sin conseguirlo.

Doce hombres, instruidos por el mejor de los pastores, que habían vivido experiencias que nosotros desearíamos ver aunque solo fuera una, elegidos personalmente por el hijo de Dios. Debían ser lo hombres con más fe del mundo…, Pero cuando Jesús en los versos 31-34, les hace una declaración abierta de quien es y cual es su tarea, no lo entienden. Jesús les habla muy claro y ellos con toda su preparación debían poder entender lo que Jesús les decía, pero les faltaba algo. No había química, o dicho de manera bíblica, no tenían fe.

Más aún en Mateo 20, encontramos el paralelo a este texto y en los versos 20-21, se nos explica que dos de los discípulos intentan aprovecharse de la situación y mandan a su madre para que les reserve un sitio especial en el cielo.

Como creyentes con los años nos sucede lo mismo, somos cristianos perfectos desde cualquier punto de vista, solo que hemos perdido la pasión por Dios, ya no hay química entre nosotros, ya no nos conmueve como antes, ya no estamos dispuestos hacer locuras por el, y para hacer todo eso necesitamos fe.

2. Un mendigo inculto. 
Poco después de las importantes, pero incomprendidas palabras de Jesús hacia sus discípulos, todo el grupo entra en Jericó. Allí cerca de la puerta de entrada a la ciudad, en el camino que lleva hacia ella, donde los que iban a hacer negocios entraban y los que los habían hecho salían, este grupo se encuentra con un ciego. Es un hombre que no nació ciego, ya que en los evangelios paralelos, nos dice que quería recuperar la vista perdida. Eso tenía mas significado del que creemos, en primer lugar sabía todo lo que se estaba perdiendo y en segundo lugar el pensamiento judío lo tenía por un pecador de gran magnitud, ya que Dios le había castigado de esa manera. Hasta los propios discípulos no podían alejar de ellos esta idea, ya en una ocasión pensaron de esta manera de otro ciego, Juan 9:1+2.

Un hombre así, condenado a mendigar, señalado por todos como un irreconciliable con Dios, como un pecador, como un despreciado por Dios ya que le dejo en su cuerpo la marca de su pecado, este es el que ve en Jesús lo que los hombres preparados no pudieron ver con todas las pistas y facilidades del mundo.

Un hombre sin instrucción, que no había ido con Jesús, que no vio sus milagros, ni escuchó sus palabras, al oír pasar a Jesús comienza a gritar: “¡,Hijo de David!”. Este es un título que solo se le podía dar a la persona reconocida como Mesías.

Cuando Jesús lo oye quiere conocer a este hombre que sin la experiencia de los discípulos ha entendido el mensaje y comprueba en el una gran fe. Jesús le dice “¿Qué quieres que te haga?” Y sin dudar un momento, sabiendo el poder que Jesús tiene y con toda la fe del mundo le responde “Quiero recibir la vista”. Y para sorpresa de los discípulos ante el "descaro" del mendigo ciego Jesús le cura y añade “tu fe te ha salvado”. Supongo que los discípulos estaría sorprendidos: Primero porque Jesús se para ante alguien que le llama Hijo de David, Segundo le ofrece darle lo que quiera, Tercero el ciego se atreve a pedir que le quite la señal de su pecado, Cuarto Jesús no le reprende, sino que le concede lo que pide y le otorga además la salvación. Pero que pasaba allí ¿Hablaban en código?

Cuando Luís se enteró de lo que sucedía en su matrimonio, se enfado. Pensaba “¿Qué tendrá alguien que no la visto nunca y que solo la conoce hace poco tiempo, que no tenga yo? ¿Puede alguien en una pantalla, llegar a ser mas importante que alguien que lleva 15 años con ella?” Sin embargo, aquel fantasma en la pantalla de un ordenador, había despertado en su mujer cosas que el nunca supo despertar en ella. Alguien con muchas menos armas, y menos ejercito, había conquistado en solitario la ciudad que el llevaba años asediando sin éxito. Y comenzó a preguntarse ¿De quien es realmente la culpa?

3. ¿Quién eres tu? 
Jesús consiguió chocar a los discípulos, pero ahora nos toca a nosotros, porque estos personajes hemos de pasarlos a nuestros días. Los discípulos somos nosotros, los que hemos oído, quizás desde nuestra niñez la palabra de Dios, que tenemos una buena base teológica, que podemos hablar ampliamente de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, pero ¿No se nos escapa algo?

Creemos en las promesas de Dios con la mente, pero no hemos terminado de implicar nuestro corazón, Santiago 1:22, nos hace una seria advertencia al respecto. Dejamos de lado a los “mendigos ciegos”, porque no los consideramos aptos, porque no tienen preparación, porque no tienen sabiduría, porque no tiene experiencia, pero muchas veces nos sobrepasan en fe. Cuantas veces hemos alejado a una persona por un pasado turbulento, que Dios le ha perdonado y que nosotros le traemos presente siempre que podemos. Hacemos severas distinciones basadas en pecados perdonados, en vidas antes de creer en Dios, en pecados que clasificamos como “normales” o “imperdonables” cuando para Dios todos los pecados son iguales y es solo él es quien perdona.

¿Por qué Dios nos choca así? No es para destruirnos sino para restituirnos, Dios quiere que comprendamos que la fe se fortalece con todas esas cosas de las que nos sentimos orgullosos, pero que ni el conocimiento, ni los milagros, ni las experiencias crean la fe.

Dios quiere que volvamos a la esencia del evangelio, en la que creímos por fe, donde sin pruebas, ni conocimiento, creímos en sus promesas hasta la médula.

Aquel mendigo no tenía la experiencia de los discípulos, ni tenia el conocimiento de ellos por haber estados con Jesús tanto tiempo, ni había visto las maravillas que ellos vieron, pero tenía algo que los discípulos carecían, la certeza, la convicción de lo que Dios dice y no podemos demostrar aunque vaya en contra de toda lógica. Tenía fe.

Una fe genuina se vera enriquecida por todas esas cosas de las que nos sentimos orgullosos y superiores a los mendigos. Pero todo eso sin fe no tiene ningún valor. Y ante la elección de alguien solo con fe o solo con todo lo demás, Dios elige al que tiene fe.

Resumen 
Luís se dio cuenta que aunque era un marido atento y responsable, era mas frío que un témpano y no había fuego en su relación porque ni siquiera había intentado encender una cerilla. “No está todo perdido”, pensó. Su mujer le dijo una vez, “eres un marido perfecto desde el punto de vista de la convivencia, y si cuento todo lo que haces por mi en el día a día, cualquier mujer me envidiaría, si solo fueses un poco mas apasionado, un poco mas loco, un poco mas libre conmigo, todo lo haces tendría otro significado”.

Luís se dio cuenta, que todo lo que hacia era efectivamente bueno, pero que había descuidado la base, lo que da significado a una relación, y que por muy bueno que fuera sino había pasión perdería a su mujer. Entre ellos ya no había química y para que la hubiera debía implicar su corazón y sus sentimientos.

La mujer de Luís le dijo en muchas ocasiones que necesitaba mas, le dijo que era un buen marido, pero eso no tenía valor porque se sentía sola. ¿Sabéis que hizo Luís? pensó "Pues no se que mas quiere que haga", y le compró un perro. Todos los conocimientos que podáis adquirir, todas las obras que podáis hacer, todos los esfuerzos que hagáis no son nada sino hay fe.

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¿Cómo vivir el amor en la adolescencia?



Una amiga que vive en Estados Unidos me dijo algo que me hizo pensar: —Lo que a ustedes los latinoamericanos los salva el hecho de que aún hay romanticismo en sus jóvenes. Acá se acabó hace años.

La palabra "amor" está tan deslucida que casi da miedo nombrarla. El amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca.

El amor implica exclusividad —sólo esta persona— y lleva la nota del "para siempre". El amor tiende a la eternidad, a dar ya recibir: a ser amor eterno.

El amor es salir del "yo", del egoísmo. Hay amores falsos que tienden al provecho personal, hay amores brutalmente posesivos; pero el verdadero amor es benevolente aunque no deja de tener su toque de posesivo.

Benedicto XVI escribió recientemente: "Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver siempre en mi prójimo solamente a otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina" (Deus caritas est, n. 18).

Quien no lucha por vivir la pureza no puede amar, es incapaz de entregarse a Dios y a los demás: es un egoísta. La pureza, la fe y el amor no son fibras independientes. Existe un vínculo entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe (cfr. CEC n. 2518). Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad" (1 Tes 4,7).

La fe es el criterio que define nuestro estilo de vida. "Los que viven según la carne sienten las cosas de la carne, en cambio los que viven según el Espíritu sienten las cosas del Espíritu" (Rom 8,5).

La pureza de corazón determina la profundidad de las demás virtudes de la persona. Si la persona joven se deja involucrar en relaciones sexuales, fácilmente caerá en nuevas relaciones y de este modo las consecuencias destructivas se multiplican si no sabe decir que no. La huella emocional que dejan las relaciones sexuales prematuras no se puede medir fácilmente, y este impacto puede ser mayor que el físico, según los expertos. Sin un nivel de madurez suficiente, los jóvenes se encuentran perdidos en el mar de la sexualidad, al ser usados para el placer o al usar el sexo para obtener gratificaciones de algo o de alguien. El resultado lógico es la pérdida de autoestima y una dolorosa desilusión. A menudo el alcohol y las drogas vienen a empeorar el problema afectivo, y crean un contexto en el que las relaciones sexuales rebajan a la persona.

El concepto de abstinencia sexual hasta el matrimonio no se desarrolla en el vacío, sino que los jóvenes deben de comprender que sus acciones tienen consecuencias. No les debe de extrañar que las relaciones sexuales sean fecundas, cuando todo el planeta está diseñado para dar la vida. Valorar la abstención sexual significa valorar el sexo, que es una maravilla, y valorarse a sí mismos, de modo que se guarda ese tesoro para la persona amada, en el tiempo y en el lugar oportuno; dentro del matrimonio.

¿Qué es la virginidad secundaria? La virginidad secundaria es la decisión de abstenerse de la actividad sexual, empezando hoy y continuando hasta el día del matrimonio; es una oportunidad para empezar de nuevo. La virginidad física puede haberse perdido, pero la virginidad es más que un simple estado físico; es una actitud, una manera de pensar. Se manifiesta en la manera como tú te ves a ti mismo/a y a los demás. La virginidad secundaria es un tiempo para cambiar los malos hábitos por los buenos y para cicatrizar heridas pasadas. Te permite purificarte y renovarte antes del matrimonio.

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Noviazgo Cristiano - Los diez principios que enfrían el amor




Todo hombre desea satisfacer los deseos secretos de su esposa. El problema es que la mayoría de ellos no están muy seguros de cuáles son esos deseos ni de que manera puedan satisfacerlos fielmente. No son las diferencias irreconciliables las que no nos permiten amar a nuestras esposas como a nosotros mismos.

Es nuestra falta de disposición. Por naturaleza no somos peores que las mujeres, pero a medida que leas la siguiente lista de los diez rasgos que los hombres traen al matrimonio como cualidades innatas, verás cómo pueden descalificarnos por completo a fin de amar como Cristo lo indicó en Mateo 19:3-8.

1.- Los hombres son rebeldes por naturaleza
Nos aburrimos enseguida de la vida recta. Por naturaleza nos cansamos con rapidez de someternos a las necesidades y a las esencias de nuestras compañeras. Preferimos hacer las cosas a nuestro interesante modo.

2.- El ego masculino es mayor pero más frágil que el femenino
La fragilidad del ego masculino impide con mucha facilidad la unidad y la intimidad, nuestros enormes pero frágiles egos pueden ver con facilidad la expresión de los dones superiores de ellas como una amenaza.

3.- Los hombres son relativamente menos sensibles a las necesidades de los demás
En un mundo perfecto, la cabeza del hogar sería la persona más sensible de la casa. Pero, ¡No vivimos en un mundo perfecto! A la mayoría de los hombres, la sensibilidad les cuesta trabajo al principio. No nacemos con la sensibilidad necesaria para la sumisión mutua.

4.- Los hombres tienen menos capacidad para expresar las emociones y los sentimientos de manera verbal que las mujeres
En un estudio, la investigadora Diane Mc Ginness de la universidad de Stanford les dió doce tareas a niños pequeños y grabó todas las expresiones orales. ¿El resultado? Los niños producían la misma cantidad de expresiones orales que las niñas, pero había una enorme diferencia. Las niñas hablaban unas con otras. Los niños no estaban inclinados al lenguaje en absoluto. Por razones obvias, nuestra deficiencia verbal natural no favorece la causa de la unidad.

5.- El cerebro masculino está más orientado a los hechos y a la lógica que a las emociones y las intuiciones
El cerebro femenino consulta con mayor facilidad todas sus experiencias pasadas y, por lo general, es más rápido para hacer juicios precisos de carácter que manifiestan la “intuición”. Las mujeres usan ambos hemisferios del cerebro cuando escuchan en tanto que los hombres usan uno solo. Deberíamos permitir que el don superior de discernimiento de nuestras esposas bendiga nuestro matrimonio y promueva la unidad.

6.- Los hombres se estimulan sexualmente por la vista
Los hombres somos más propensos a extraviarnos en lo sexual que las mujeres porque nuestros ojos se van detrás de cualquier falda corta que pase por allí.

7.- Antes del matrimonio, los hombres asumen la responsabilidad de alimentar la relación amorosa
Después del matrimonio, ve a la esposa como alguien que debe cuidarlo a él. Una vez que hemos conquistado esta frontera llamada amor, le damos las riendas de la relación a nuestra esposa y volvemos a la carreta para dormir una siesta.

8.- Los hombres necesitan menos romance que las mujeres
Toda esposa es una romántica incurable. Es muy raro que honremos esta esfera crucial de la esencia femenina cuando quedamos librados a nuestros recursos naturales.

9.- El escudo del hombre en contra de la inferioridad es su trabajo.
El escudo de la mujer en contra de la inferioridad es, por lo general, su esposo, así que, como es natural le adjudica a su relación matrimonial un valor más alto que el que le da su marido. La unidad no se encuentra en la pantalla del radar de él.

10.- Los hombres esperan paz de su matrimonio, en tanto que las mujeres esperan unidad
Nos quedamos satisfechos con facilidad en una relación de “socios de negocio” en el matrimonio siempre y cuando haya paz y suficiente relación sexual. En lugar de elevarnos por encima de nuestra preferencia masculina de paz en cambio de unidad, con egoísmo nos acomodamos en la postura que se ajusta mejor a nosotros.

¿Ablandarás tu corazón?
Estos diez rasgos masculinos no forman la lista más alentadora, ¿verdad? Por naturaleza, los hombres son insensibles, tienen poca concentración y no se interesan mucho en la sumisión masculina. Frente a las incontables incompatibilidades del matrimonio, necesitamos corazones blandos si es que vamos a someter nuestros derechos en pro de la unidad. No nos han dotado de forma natural para este llamado.

Stephen Arterburn y Fred Stoeke

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