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¿Cómo vivir el amor en la adolescencia?



Una amiga que vive en Estados Unidos me dijo algo que me hizo pensar: —Lo que a ustedes los latinoamericanos los salva el hecho de que aún hay romanticismo en sus jóvenes. Acá se acabó hace años.

La palabra "amor" está tan deslucida que casi da miedo nombrarla. El amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca.

El amor implica exclusividad —sólo esta persona— y lleva la nota del "para siempre". El amor tiende a la eternidad, a dar ya recibir: a ser amor eterno.

El amor es salir del "yo", del egoísmo. Hay amores falsos que tienden al provecho personal, hay amores brutalmente posesivos; pero el verdadero amor es benevolente aunque no deja de tener su toque de posesivo.

Benedicto XVI escribió recientemente: "Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver siempre en mi prójimo solamente a otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina" (Deus caritas est, n. 18).

Quien no lucha por vivir la pureza no puede amar, es incapaz de entregarse a Dios y a los demás: es un egoísta. La pureza, la fe y el amor no son fibras independientes. Existe un vínculo entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe (cfr. CEC n. 2518). Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad" (1 Tes 4,7).

La fe es el criterio que define nuestro estilo de vida. "Los que viven según la carne sienten las cosas de la carne, en cambio los que viven según el Espíritu sienten las cosas del Espíritu" (Rom 8,5).

La pureza de corazón determina la profundidad de las demás virtudes de la persona. Si la persona joven se deja involucrar en relaciones sexuales, fácilmente caerá en nuevas relaciones y de este modo las consecuencias destructivas se multiplican si no sabe decir que no. La huella emocional que dejan las relaciones sexuales prematuras no se puede medir fácilmente, y este impacto puede ser mayor que el físico, según los expertos. Sin un nivel de madurez suficiente, los jóvenes se encuentran perdidos en el mar de la sexualidad, al ser usados para el placer o al usar el sexo para obtener gratificaciones de algo o de alguien. El resultado lógico es la pérdida de autoestima y una dolorosa desilusión. A menudo el alcohol y las drogas vienen a empeorar el problema afectivo, y crean un contexto en el que las relaciones sexuales rebajan a la persona.

El concepto de abstinencia sexual hasta el matrimonio no se desarrolla en el vacío, sino que los jóvenes deben de comprender que sus acciones tienen consecuencias. No les debe de extrañar que las relaciones sexuales sean fecundas, cuando todo el planeta está diseñado para dar la vida. Valorar la abstención sexual significa valorar el sexo, que es una maravilla, y valorarse a sí mismos, de modo que se guarda ese tesoro para la persona amada, en el tiempo y en el lugar oportuno; dentro del matrimonio.

¿Qué es la virginidad secundaria? La virginidad secundaria es la decisión de abstenerse de la actividad sexual, empezando hoy y continuando hasta el día del matrimonio; es una oportunidad para empezar de nuevo. La virginidad física puede haberse perdido, pero la virginidad es más que un simple estado físico; es una actitud, una manera de pensar. Se manifiesta en la manera como tú te ves a ti mismo/a y a los demás. La virginidad secundaria es un tiempo para cambiar los malos hábitos por los buenos y para cicatrizar heridas pasadas. Te permite purificarte y renovarte antes del matrimonio.

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